La ciencia del flechazo

¿Por qué nos enamoramos? ¿Qué ocurre en el cerebro cuando alguien nos deslumbra hasta el punto de alterar nuestro comportamiento y poner patas arriba nuestra vida? El genetista y biólogo celular Miguel Pita intenta responder a estas preguntas en El cerebro enamorado. Viaje biológico del sexo al divorcio, un ensayo breve, claro y muy accesible que sigue la evolución —del flechazo al final— de la relación ficticia entre Raquel e Íñigo.

«El mundo está lleno de gente que, de manera repentina, se enamora, altera su comportamiento y pierde, al menos durante un tiempo, el control sobre sus emociones», escribe Pita. Y aunque este desconcierto emocional sería diagnosticado como patológico en casi cualquier otro contexto, el enamoramiento se vive como un regalo: «una borrachera maravillosa, imprevisible, descontrolada e incomprensible».

Pita explica que el enamoramiento humano es una derivación evolutiva del sexo, pero muchísimo más complejo, sofisticado y difícil de estudiar. Es, dice, «algo parecido a una relación sexual que se complica». Y esa complicación es fascinante: consiste en convertir a otra persona en una especie de droga benigna, en un estímulo que activa nuestros circuitos cerebrales de recompensa con una intensidad comparable —e incluso superior— a la de los alimentos sabrosos o las sorpresas agradables.

Según la neurociencia, lo que llamamos «flechazo» consiste en vincular la imagen social y sensorial de alguien a una ruta de recompensa cerebral. «Aquel ser del que nuestra mente se enamora activa nuestros circuitos como lo hacen las drogas recreativas, pero de un modo más obsesivo y absorbente», resume el autor.

Para hacerlo entendible, Pita se centra en los dos neurotransmisores clave: dopamina y oxitocina, viejos conocidas del lector curioso. Ambos intervienen en la euforia, la fijación mental y el vínculo afectivo que caracterizan a las primeras fases del enamoramiento. También describe otros cambios intrigantes: por ejemplo, que la corteza prefrontal —el asiento de nuestra racionalidad— se inhibe parcialmente cuando alguien nos atrae de forma intensa, lo que explica esa mezcla de valentía, torpeza y ceguera tan propia del amor inicial.

A medida que la relación avanza, el cerebro refuerza la idealización de la pareja y potencia el placer asociado al vínculo. Pero la neurobiología también deja una huella en los finales: unos receptores llamados CRFR se activan durante las rupturas y contribuyen al dolor emocional que sigue a una separación, un proceso difícil no por debilidad, sino por pura arquitectura neuronal.

Pita, autor de otros libros de divulgación como El ADN dictador o Un día en la vida de un virus, aclara desde el comienzo que este no es un manual de autoayuda. Y quizás por eso funciona tan bien: El cerebro enamorado es una explicación elegante, entretenida y muy esclarecedora del mecanismo del flechazo, una guía científica para comprender por qué el amor, aun siendo tan irracional, forma parte de nuestra biología más íntima.

El cerebro enamorado. Viaje biológico del sexo al divorcio

Miguel Pita

Editorial Periférica

144 páginas

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