Muchos de los que pertenecemos al plan antiguo y hemos vivido el bipartidismo imperfecto nos cuesta ver y comprobar cómo los dos grandes partidos de España, como son el PP y el PSOE, necesitan de acompañantes, todos ellos refrendados por las urnas y por lo tanto legítimos, pero que en sus programas, en sus planes, no es prioritaria la gobernabilidad de España.
En estos días parece que se están ultimando las negociaciones entre PP y Vox para salvar la legislatura de la Comunidad Valenciana en donde Carlos Mazón, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, ya lo hizo con sello de urgencia justo antes de las elecciones del 23. Ahora no hay sorpresa pero sí debe haber dignidad por parte del PP.
No es razonable y creo que tampoco es bueno que el partido más votado de España tenga que aceptar las chulerías de Abascal y más sabiendo que lo que quiere es destrozar al PP. Le importa mucho más el desgaste del PP que compartir Gobierno aunque tampoco le haga ascos, entre otras cosas, porque la responsabilidad de lo que ocurra nunca será suya sino del partido mayoritario, en este caso el PP.
Hay líneas rojas y actitudes que el PP, por dignidad de partido, de ninguna de las maneras debería aceptar y hay que confiar en que no lo haga. Y si Vox se pone estupendo, todos a elecciones, pero nunca dejarse acompañar por quienes, en el fondo y en las formas, tratan de destrozarte.
En la otra bancada del Congreso estamos viendo la complejidad de tener tantos acompañantes. Todos ellos minoritarios y más comprometidos con sus legítimos intereses que con la gobernabilidad de España. Esta gobernabilidad está bien si satisface sus pretensiones.
El último episodio lo ha protagonizado Junts y ahí hemos visto al presidente de todos los españoles responder con cara de circunstancias, en tono suave, suave y casi pidiendo por favor que no le abandonen. Hay que señalar que aunque lo hagan nada va a ocurrir porque estamos descubriendo que se puede gobernar con presupuestos de una legislatura caducada y, por supuesto, con o sin el concurso del Parlamento, según dijo el presidente. Los precedentes que se están creando son sorprendentes
¿Es serio que los dos grandes partidos tengan que estar como pollo sin cabeza pendientes de sus acompañantes? Muchas situaciones indeseables se hubieran evitado si los dos grandes hubieran sido capaces de consensos mínimos, esos que dan serenidad y certidumbre a la sociedad.
Estos consensos mínimos que el presidente, desde el minuto uno descartó, no son incompatibles con el respeto, el diálogo y el acuerdo con los partidos con menos representación parlamentaría. Lo único insoportable pero cierto es la actual deriva de la política española, inimaginable para los que somos del plan antiguo. Es lo que hay.