Chiringuito

Pedro Sánchez volvió a asomarse por la televisión pública para conceder una entrevista en la que se limitó a repetir las consignas del partido y a promover la nueva cruzada que se le ha ocurrido: el pacto por el cambio climático. En esos mundos de Yupi en los que vive la clase política, la prioridad para un país en el que falla casi todo es crear un nuevo chiringuito, poblarlo de burócratas y generar toneladas de legislación para intentar contener algo que es incontenible ya: el pasado ha muerto, con sus ventajas y sus inconvenientes. Porque el desastre de los incendios, y el de la DANA del año pasado, y tantos otros, ocurren en un mundo que ha dejado atrás los usos y costumbres de hace cien años, porque ya no tienen sentido o porque no valen la pena. Nos hemos aferrado a una supuesta modernidad, infinitamente más cómoda, que nos permite alejarnos por completo de la Naturaleza, sus ritmos y sus servidumbres, pero ella sigue ahí, con su mandato implacable. ¿Serviría para algo crear otro mastodonte burocrático? Quizá sí, para mejorar una coordinación entre administraciones que se ha demostrado fallida, para agilizar multas, subvenciones y todos los protocolos que nos imponen cada vez que movemos un pie. Personalmente pienso que sería mejor liquidar todo el entramado autonómico de un plumazo y dedicar esos recursos absurdamente duplicados a maximizar la eficacia administrativa de un Estado centralizado y sólido. La mayoría pondrá el grito en el cielo, porque ya nos han acostumbrado a este monstruo institucional creado hace cincuenta años. ¿De verdad es eficaz? ¿Qué ventajas tiene? No me digan lo de la cercanía, porque toda institución es lejana y antipática a partes iguales para el ciudadano.

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