De Polonia a Menorca: «Me interesa el caballo y toda la cultura que lo rodea, por eso estoy aquí»

Katarzyna Okrzesik-Mikołajek tiene 36 años y hace casi 20 que se dedica al arte de fotografiar caballos. Una trayectoria que dio un giro importante en 2011, cuando viajó a Egipto y experimentó con la posibilidad de retratar a esos animales fuera de su Polonia natal. Allí empezó a indagar en lo que los equinos representan y el papel que juegan en cada país, un campo en el que ha seguido investigando con el paso de los años y que le ha llevado a viajar por medio mundo. Itinerario que recientemente ha traído a la fotógrafa a Menorca, donde ha profundizado en el proyecto mundial que tiene en marcha sobre las tradiciones culturales en las que participan caballos.

«Soy fotógrafa de caballos, siempre me han fascinado, y esa es la razón por la que estoy aquí. Pero lo que me interesa es no solo hacer fotos bonitas de estos animales, sino también descubrir todo lo que hay alrededor de la cultura tradicional relacionada con ellos», explicaba Katarzyna al poco de pisar la Isla, un lugar que ya visitó poco antes de la pandemia para ofrecer una clase magistral y que quedó fuertemente grabado en su memoria. «Viajo por el mundo para experimentar, conocer las razas locales y su relación con la cultura», resume.

Sobre el caballo menorquín se atreve a decir que «definitivamente son reconocibles, diferentes por su apariencia», pero algo que le llama mucho la atención es cuando saltan y caminan a dos patas, una práctica que ella mismo ha tenido la oportunidad de experimentar durante una estancia muy completa, en la que ha combinado visitas a fincas tradicionales, ganaderías y parajes naturales de la costa con el disfrute de la fiestas patronales, concretamente en el marco de la celebración de Sant Nicolau y sus preparativos. «No solo quiero experimentar desde fuera, como observadora, quiero hacerlo desde dentro, participar en lo que está pasando», comentaba.

Más allá del estudio que está llevando a cabo, durante la semana tambiénrealizó sesiones para obtener material fotográfico para ayudar a promocionar el caballo menorquín en el extranjero. Un animal, dentro del mundo en que ella se mueve, «poco conocido», por lo que para ella supone «un gran privilegio ayudar a visibilizarlo». El caballo local, dice, «inspira mucho respeto porque es muy poderoso» y tiene la particularidad de que «está acostumbrado a la gente porque vive en las fiestas durante todo el verano. Son animales que puedes tocar, pero con cuidado». En ese sentido, considera que, en general, «son mucho más fáciles para trabajar que los caballos europeos».

Reconoce Katarzyna que los caballos han sido su «pasión» desde que tiene memoria: «Me fascina su belleza natural», un aspecto que cuando empezó era lo único que le importaba. «Luego comencé a sentirlos y quise profundizar en las emociones, aunque quería verlos también como una obra de arte. Cuando empecé a conocerlos bien, también escuchaba las historias que me contaban y eso me llevó a conectar con las personas, y me fascinó el hecho de conocer la cultura y lo que significan esos caballos para la gente», relata. Y todo ello le ha conducido al momento actual, «en el que no quiero mostrar solo a los animales, me interesan también las personas que están alrededor y todo lo que sucede».

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