Según informes de la compañía estatal rusa Transneft, estos ataques ya han provocado una pérdida de capacidad de refinación estimada en 300.000 barriles diarios, lo que representa aproximadamente una quinta parte de toda la capacidad rusa. Los analistas del sector en España señalan que esta situación podría prolongarse durante meses, generando una presión alcista sostenida en los mercados internacionales que podría impactar directamente en los bolsillos de los consumidores españoles.
El repunte no se limita al crudo. Los futuros del diésel en Estados Unidos han registrado un incremento cercano al 2,5 %, anticipando un aumento en la demanda de exportaciones. Este fenómeno resulta especialmente relevante para la economía española, donde el precio de los combustibles influye significativamente en los costes logísticos y, por extensión, en la inflación general.
La situación actual del mercado petrolero está siendo moldeada por diversos factores que interactúan entre sí. Por un lado, los ataques ucranianos han dañado al menos diez refinerías rusas, incluyendo terminales portuarias cruciales como Primorsk y Ust-Luga. Estos puertos son fundamentales para la exportación de petróleo ruso hacia Europa, por lo que su deterioro afecta directamente la cadena de suministro global.
Paralelamente, la Agencia de Información de Energía (EIA) de Estados Unidos ha reportado una disminución significativa en los inventarios de crudo, situándose en 421,3 millones de barriles, un 8,2 % por debajo de la media de los últimos cinco años. Esta reducción, combinada con el mantenimiento de fuertes exportaciones estadounidenses que alcanzan los 4,1 millones de barriles diarios, está ejerciendo una presión adicional sobre la oferta disponible en el mercado internacional.
Otro factor determinante es la expectativa sobre la próxima decisión de la Reserva Federal respecto a las tasas de interés. Los analistas financieros anticipan que, tras los recortes implementados a principios de 2025, podría producirse una nueva reducción, lo que estimularía el crecimiento económico y, consecuentemente, incrementaría la demanda de combustibles. Esta perspectiva ha llevado a muchos inversores a posicionarse en el mercado de futuros, contribuyendo al alza de precios actual.
Para España, importadora neta de hidrocarburos, esta situación plantea una encrucijada. Según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, nuestro país importó en 2024 aproximadamente 62,7 millones de toneladas de petróleo; la alteración global de los flujos comerciales afectará inevitablemente a los precios domésticos.
Los operadores logísticos españoles ya han manifestado su preocupación ante el incremento de costes. La Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM) estima que cada aumento de 10 céntimos en el precio del combustible supone un sobrecoste anual de unos 3.500 euros por vehículo, cifra que podría trasladarse parcialmente a los precios finales de productos básicos. El Ministerio de Economía ha indicado que está monitorizando la situación y evaluando posibles medidas de contención, similares a las implementadas durante la crisis energética de 2022-2023.
Las proyecciones para el segundo semestre de 2025 sugieren que los precios podrían mantenerse elevados mientras persista la inestabilidad en el este de Europa. Los analistas de Repsol y Cepsa coinciden en señalar que el mercado se encuentra en una situación de particular vulnerabilidad, con una capacidad de refinación global que opera cerca de sus límites y reservas estratégicas en niveles históricamente bajos.
Entre los principales riesgos identificados destacan la posibilidad de que los ataques ucranianos se intensifiquen y afecten a instalaciones aún más críticas; una potencial respuesta rusa que podría incluir restricciones adicionales a las exportaciones energéticas; y el impacto de fenómenos meteorológicos extremos, como la próxima temporada de huracanes en el Golfo de México, que podrían paralizar temporalmente la producción estadounidense.
La Comisión Europea ha manifestado su preocupación por esta coyuntura y ha instado a los países miembros a acelerar sus planes de diversificación energética. España, con su apuesta por las energías renovables y el hidrógeno verde, se encuentra en una posición relativamente favorable, aunque la transición completa hacia un modelo menos dependiente de los combustibles fósiles requerirá todavía varios años. Mientras tanto, los expertos recomiendan a los consumidores adoptar medidas de ahorro energético, como la conducción eficiente, el uso del transporte público cuando sea posible y la planificación adecuada de desplazamientos.