El pasado 3 de julio se cumplieron los veinte años de la entrada en vigor de dicha ley, que marcó un hito en los derechos LGTBI+ en España, el tercer país europeo que la aprobaba –primero fue Países Bajos, luego Bélgica y también en 2005, lo hizo Canadá–, bajo el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero.
La estadística indica que en el matrimonio homosexual son mayoría las mujeres, y que este tipo de unión representó en 2023, el último año del que se disponen datos, un 5 por ciento del total de uniones celebradas en Menorca, 474, fueran de distinto o del mismo sexo. En Balears fueron un total de 524 los matrimonios igualitarios, un 9,6 por ciento del total de bodas, 5.412 en la Comunidad.
El Institut Balear d’Estadística (Ibestat) incorpora a partir de 2006 los matrimonios del mismo sexo en sus indicadores demográficos y el último dato es de 2023, pero la serie histórica indica que se celebran en torno a diez o quince enlaces anuales, con picos por ejemplo en 2017, con 19, y en 2023, con 23 bodas, de las cuales siete fueron entre hombres y 16 entre mujeres.
«Una victoria histórica»
A lo largo de estos veinte años ha habido 108 matrimonios entre mujeres lesbianas y 67 entre hombres homosexuales. Ellas son más proclives a formalizar la relación, una decisión que muchas veces se toma «cuando tienes hijos, por su protección, es clave por ejemplo para acceder a permisos y otros derechos», explica Nel Martí, quien este año fue galardonado con el Siurell Rosa 2025 por la Asociación Ben Amics y que hace 15 años se casó con su pareja de hace 35, Silve Pons.
El profesor, escritor y expolítico asegura que para el movimiento por la diversidad sexual y de género el matrimonio igualitario significó una «victoria histórica», la conquista de un derecho civil que asiste a cualquier pareja con proyectos en común y una relación afectiva. Un reconocimiento que concede derechos fundamentales, como la pensión en caso de viudedad, los derechos sucesorios, el acompañamiento en caso de enfermedad, la protección de los menores pero que, además, significaba «la dignificación, no hay que olvidar de dónde veníamos y que no han pasado tantos años, es historia reciente», subraya, al referirse a la persecución legal, la condena ética y moral y la consideración de enfermos por la ciencia, que han sufrido las personas por su orientación sexual.
En su caso personal, el matrimonio en el juzgado fue un acto meramente jurídico, porque ya llevaba con su pareja, con quien es padre, muchos años. «Para nosotros fue un trámite, regularizar una situación, nos protegía, pero para el movimiento fue un hito».
En Menorca la primera boda entre dos mujeres se celebró unos meses después de que entrara en vigor la nueva ley, en septiembre de 2005, en el salón ciudadano del Ayuntamiento de Alaior.
Nel Martí: «Es falso que esté todo aceptado, queda mucho por hacer»