El Govern intenta hacer magia

Otra cosa es que lo consiga. Pero lo intenta. Desde pactar unas medidas a las que lleva casi un año dando vueltas para reordenar la actividad turística -el Ejecutivo de Prohens parecía que en junio de 2024 iba a enarbolar la bandera que ya ondeaba en las quejas de las calle ante la «masificación»-, a gobernar sin Presupuestos o a conseguir el difícil equilibrio que le permita contentar a Vox sin que se note. El partido de Abascal es imprescindible para la estabilidad del Govern y este marzo ha querido hacerse notar. Y lo ha conseguido.

Ilustración: Zaca

Después de la feria turística de Berlín, la actividad política tendría que haberse movido en torno a las «ideas» o «propuestas» referidas al turismo. En el pleno del martes quedó reflejado de manera clara. Como el Govern no tiene mayoría suficiente para presentar nada en el Parlament que no tenga pactado -y si presentó el viernes sus decreto ley sobre liberalización del suelo para viviendas es porque lo tenía (o tiene) medio pactado con Vox- pues está bastante claro que terminará el verano que todavía no ha empezado con la misma legislación turística que la izquierda dejó al Govern. Prohens y el conseller de Turismo, Jaume Bauzá, salen al escenario con una cajita vacía. El lunes empieza la ronda formal de contactos.

Que Vox iba a decir no a cualquier medida de contención turística estaba más que asumido por el equipo que gobierna en el Consolat y no le incomodaba nada. Lo que no se esperaba (el conseller Costa lo dijo claramente el viernes en su comparecencia después del Consell de Govern) es que Vox se diera su apoyo a las enmiendas del PSIB.

De todo lo ocurrido estos días, y que llevó el viernes a Manuela Cañadas a acusar de «matonismo» al PP y a volver a la cantinela de «que viene el lobo», no se desprende más que ganas de llamar la atención.

Cada partido político, el PP y Vox, parece estar jugando su papel. Es como si alguien intentara tomar el pelo a alguien. Hay trucos, hay juego (en algunos asuntos no hay nada), pero las negociaciones siguen y nada se rompe.

Todo ello, a una semana del congreso del PSIB, el que clausurará Pedro Sánchez el próximo domingo. ¿A quién perjudica más lo sucedido esta semana? Esa es la clave.

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