La revista ¡Hola! ha adelantado diez frases impactantes extraídas de estas memorias, donde Juan Carlos I defiende su legado democrático y reflexiona sobre su relación con el dictador Francisco Franco, los retos de la Transición y los momentos más difíciles de su reinado. El monarca, que abdicó en 2014 en favor de su hijo Felipe VI, comparte también su anhelo de reconciliación familiar y nacional, en lo que parece un intento de rehabilitar su figura pública tras los escándalos que motivaron su salida del país.
Las declaraciones más reveladoras
Entre las frases más significativas recogidas en sus memorias, destaca la que refleja su sentimiento de persecución: «En aquella caza del hombre, me convertí en una presa fácil». El monarca también reconoce en el texto que su popularidad se había visto mermada: «Sabía que desde hacía dos años ya no contaba con la unanimidad popular. Sobre treinta y nueve años de reinado, la proporción seguía siendo aceptable. El país seguía pagando las secuelas de la crisis económica sin precedentes de 2005. De una crisis moral también. Mientras tanto, yo luchaba contra mí mismo y contra este cuerpo que me traicionaba. Me negaba rotundamente a aparecer en público vestido de militar en una silla de ruedas, o incluso con muletas, pasando revista a las tropas».
En otro pasaje, Juan Carlos I relata una anécdota relacionada con el actor Clint Eastwood: «Entonces nos dimos cuenta de que teníamos el mismo tono: la banda sonora de El bueno, el feo y el malo, el western de Sergio Leone de 1966, del que él era protagonista». También hace referencia a su afición por la caza con una frase directa: «En España, con cada disparo certero, nos felicitamos y nos aplaudimos». Quizás la declaración más emotiva y que mejor refleja el espíritu del título de sus memorias sea: «Lo que más deseo, mientras viva, es tener un retiro tranquilo, restablecer una relación armoniosa con mi hijo y, por encima de todo, regresar a España, a casa».
Una parte sustancial de las memorias parece estar dedicada a su relación con el dictador Francisco Franco, quien le designó como su sucesor a título de rey. Juan Carlos I recuerda un episodio significativo: «Hay que imaginar la escena: un rey, nombrado por Franco, junto a la más arisca de las estalinistas. Algo inimaginable dieciocho meses antes». Sobre sus encuentros con Franco, el rey emérito relata con detalle: «Franco había enviado su propio vagón, acoplado al Lusitania Expreso, el tren nocturno que unía Lisboa con Madrid. Era el mismo vagón azul en el que había viajado a la frontera franco-española para reunirse con Hitler el 23 de octubre de 1940».
También comparte anécdotas personales que revelan la naturaleza de su vínculo con el dictador: «He contado muchas veces esta anécdota, y todavía hoy me hace reír, más de setenta años después. Empecé a seguir al ratón con la mirada, y Franco se dio cuenta:—¿Qué mira? —me preguntó.—¡Mi general, hay un ratón junto a usted! —respondí riendo. Se sorprendió mucho. Su esposa, Carmen Polo, se unió a nosotros. Visité el Palacio de El Pardo, donde había muerto mi bisabuelo, Alfonso XII. Franco me regaló después un arma, una escopeta».
Las memorias también parecen abordar cuestiones fundamentales sobre la transición hacia la democracia. El rey emérito recuerda conversaciones con Franco que anticipaban el cambio político: «Le hacía preguntas como:—¿Por qué no concede la libertad de crear partidos políticos?—Yo no puedo hacerlo —me respondió—, pero usted lo hará más adelante». Finalmente, Juan Carlos I reflexiona sobre la naturaleza de su relación con Franco: «¿Mantuve con Franco una relación filial? Nos separaban cuarenta y seis años. Él no tenía hijos. Tal vez proyectara sobre mí un sentimiento paternal. No ocultaba su simpatía hacia mí. Incluso cierta ternura y benevolencia. Se tomaba el tiempo de verme con regularidad y mantener un diálogo constante».
Desde su salida de España en agosto de 2020, el rey emérito ha residido en Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos. Durante estos cinco años, ha realizado algunas visitas puntuales a España para eventos deportivos y reuniones familiares, aunque siempre con carácter temporal y en medio de gran expectación mediática. Su vida en el exilio ha transcurrido con un perfil relativamente bajo. La decisión de establecerse en Abu Dabi se produjo tras el archivo de las investigaciones judiciales sobre su fortuna, que no llegaron a prosperar por razones como la prescripción de los posibles delitos o la inviolabilidad de la que gozaba como jefe del Estado.