Fumata negra en el Vaticano: aún no hay Papa

El humo negro ha salido este miércoles a las 21 horas de la Capilla Sixtina, indicando que los cardenales reunidos en cónclave aún no han logrado ponerse de acuerdo en la elección del nuevo Pontífice. La señal, esperada por miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, fue recibida con un suspiro de expectativa contenida, al prolongarse el proceso que definirá al sucesor del papa Francisco.

En esta primera votación del cónclave ningún candidato ha alcanzado la mayoría de dos tercios necesaria. Aunque se mantiene la confidencialidad del proceso, diversas fuentes eclesiásticas sugieren que se está dando una fuerte discusión entre diferentes corrientes, lo que ha dificultado alcanzar un consenso.

El ambiente en Roma es de calma expectante. Mientras tanto, los fieles católicos alrededor del mundo siguen los acontecimientos con atención y rezan por una pronta elección. La próxima votación está programada para la mañana del miércoles, con la esperanza de que la esperada fumata blanca finalmente anuncie la llegada de un nuevo Papa.

La primera fumata negra se hizo esperar

La fumata negra salió por la chimenea de la Sixtina a las 21.00 hora local, más de tres horas después de que comenzase el cónclave. Además lo hizo en medio de una gran expectación, pues más de 30.000 personas se reunieron en la plaza de San Pedro para presenciar el momento en directo.

El conclave comenzó a las 17.46, cuando las puertas de la capilla Sixtina se cerraron, después de que el Maestro de Ceremonias, Diego Ravelli, pronunciara la frase Extra Omnes (Todos fuera). Previamente, los cardenales se congregaron en la capilla Paulina para una oración inicial y el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de Francisco y uno de los máximos favoritos para sucederle, que preside el cónclave, se dirigió en latín a los purpurados para recordarles que deben designar al 267 papa de la historia de la Iglesia católica.

Luego, los electores procesionaron hasta la cercana capilla Sixtina, atravesando la Sala Regia, tras la cruz que abría la marcha, en un rito de enorme simbología en medio de los bellos frescos del Vaticano. Ya en la Sixtina y tras cantar el Veni, Creator Spiritus, himno de invocación del Espíritu Santo, uno a uno, los purpurados juraron observar la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis para la designación de pontífice, además de guardar el secreto sobre «todo lo que ocurre en el lugar de la elección».

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