Josep Roman-Juan: «La prevalencia en los niños es mayor ahora que hace veinte años»

El investigador menorquín Josep Roman-Juan ha sido recientemente reconocido con el premio Juan Antonio Micó por su trabajo «Chronic pain: an epidemiological analysis of the prevalence, impact and trends in children and adolescents», concedido por la Sociedad Española del Dolor y la Fundación Grünenthal en reconocimiento a la mejor tesis doctoral sobre el dolor, en el marco de las ciencias clínicas, que presentó en julio de 2024.

Con antelación, el científico, natural de Ciutadella y colaborador e investigador en la cátedra de Dolor Infantil y del grupo de investigación en dolor Algos, de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona (URV), fue distinguido con el Premi Extraordinari    de Doctorado de la URV del programa Salud, Psicología i Psiquiatría del curso 2024 y disfrutó de la selecta beca internacional John J. Bonica, de la IASP (International Association for the Study of Pain), una de las más prestigiosas del mundo, que se eleva hasta los 100.000 dólares y que se otorga de modo anual a un único investigador. Instituida en 1998, Román-Juan destaca como el segundo español de la historia que la recibe. Un experto en dolor, sobre todo en el que atañe a nuestros menores.

Un reconocimiento siempre agrada. Más a este nivel.

—Sí, contento de que se reconozca el trabajo de todos, no solo el mío. Ha sido una alegría para todos. Creo que hay que poner en valor lo que hemos hecho, visibilizar y poner énfasis en un problema que quizá pase un poco desapercibido.

Dolor en los niños. ¿Sufren más ahora qué hace cuarenta años?

—Hace cuarenta años no te sabría decir, pero hay estudios que demuestran que la prevalencia es mayor ahora que hace veinte años. Y la tendencia es creciente, al igual que sucede con otras patologías, sobre todo relacionadas con la salud mental.

¿Sufren más los niños de las zonas más desfavorecidas?

—Eso no es una búsqueda relacionado tanto con mi tesis, sino en lo que estoy haciendo ahora. Pero sí, en zonas o países donde existen mayores desigualdades a nivel estructural, económico… vemos que la prevalencia es mayor. Cuanta más desigualdad, mayor prevalencia.

¿Y se detectan más casos en un entorno urbano que en uno rural, o a la inversa?

—Sobre eso no hemos puesto la lupa, no puedo responder a eso.

Ese sufrimiento que se interioriza desde niño. ¿Acompañará a uno en su edad adulta, o quizás entonces la persona tenga más herramientas para desterrarlo?

—No el cien por cien de los niños que ahora sufren dolor crónico lo sufrirá en su etapa adulta o de modo persistente durante su vida, no tienen por qué. Pero hay estudios que demuestran que por encima del 50 por ciento de esos niños que ahora sufren dolor crónico también lo sufrirán en edad adulta, con todo lo que eso implica; interferencias en la vida cotidiana, en el ámbito laboral, más bajas… En suma, más problemas mentales en los adultos. A nivel de herramientas y recursos para poder proteger a esos menores, sobre todo, apoyo social. En la infancia y adolescencia, contar con ese apoyo social es muy importante.

Practicar deporte, ¿ayuda a evitar ese dolor crónico?

—Buena pregunta. Lo que se ve en la literatura es que tanto un estilo de vida muy sedentario, como lo contrario, esto es, una vida muy activa, como sucede con los deportistas de elite, que entrenan a diario con mucha intensidad… Ninguno de los dos extremos es bueno. Realmente todavía desconocemos cual sería la dosis de actividad física adecuada para poder prevenir el dolor crónico, pero sí se sabe que los dos extremos, son contraindicados.

En Menorca, ¿tiene conciencia de que aquí exista una proporción peligrosa o de riesgo entre la población infantil?

—La verdad, no tengo datos al respecto. De cara al futuro, si puedo lograr financiación a través de las ayudas del IME, sí me gustaría poder hacer un cribado de la Isla y poder comprobar cuál es la prevalencia de esta problemática, y como experimentan los niños de Menorca ese dolor. Creo que además es importante a nivel estratégico, de salud. Puesto que más dolor, implica más visitas al médico, más recursos a destinar a esa parte de la población… En definitiva, lo que queremos nosotros es también poner de manifiesto esos problemas y que se puedan adoptar estrategias de prevención para evitar que empeore y tener que invertir tantos recursos a esa condición.

Se dice que la tramontana de aquí es muy perjudicial para la mente. ¿Mito o realidad?

—No me lo había planteado. Sí que es cierto que desde fuera nos ven como que estamos un poco golpeados por la tramontana, pero no sabría decirte.

¿En qué frentes trabaja ahora?

—Estoy en la Universidad de Calgary, en Canadá. Estamos poniendo énfasis en la intersección entre inmigración y las experiencias adversas que puede llegar a sufrir este segmento de la población, más en función de como está el ámbito sociopolítico en la actualidad. Una de las investigaciones que    pronto publicaremos trata sobre como a nivel poblacional las actitudes antiinmigración tienen un efecto perjudicial en esa condición, en un ámbito europeo. Hacemos un análisis estructural, a nivel macro, sobre unos veinte países. Estamos viendo como la prevalencia de esa población concreta de inmigrantes es mayor en los países donde hay políticas antiinmigración más acusadas. También trabajamos sobre temas de justicia social y como las diferencias de dolor crónico a nivel poblacional en países más empobrecidos, más discriminados.

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