La aviación comercial

tanto énfasis solian hacer los mayores a la aviación comercial, me refiero a Aviaco. Gracias a la misma ofrecían el placer y a la vez avance, rapidez y comodidad de poder hacerlo, ben mudada, lo cual representaba descender del avión tal cual habías subido. Una auténtica pasada, comparada con lo que suponía viajar por mar, y más si eras propensa al mareo. Y no digamos si tenías la mala suerte de topar con un temporal. Intento dejar el tema o de lo contrario deberé tomarme una de aquellas pastillas conocidas como ‘biodramina’.

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En aquellos tiempo me refiero a los años 1950 en la Isla floreció un nuevo empleo para los varones, supuestamente los de mi edad, más o menos, lo recordarán. Lo cierto es que no sé cómo habré podido entrar en el tema de la aviación y a su vez lo atribuyo a haber encontrado en el baúl de los olvidos, varios «libritos» que la empresa tenía el detalle de obsequiar a todos los viajeros de Aviaco, en aquellos tiempos por lo visto la compañía se encontraba espléndida, no tan solo regalaba aquella especie de catálogos donde el viajante podía enterarse y tomar buena nota de los mejores hoteles de toda España sino que publicitaba que de dirigirse al mismo disponían de bar americano, servicio de desayuno, con 80 o más habitaciones a todo confort, teléfono a disposición del cliente… La propaganda llegaba a prestigiosas vinotecas y toda clase de restaurantes. Por cierto me chocó un edificio de once pisos me refiero al hotel Menfis en la Avenida de José Antonio, 74 en Madrid. Giro la página y me sorprende un crucigrama, en la página contigua una espléndida fotografía en un recuadro muy llamativo de las Cuevas de Campanet, en Mallorca.

Ignoro qué debió suceder pero hoy ya no se habla de las marcas comerciales que nos enlazaban con Barcelona y Mallorca invitando a la lectura de la prensa del día, el pase y amabilidad de bellas señoritas, las conocidas azafatas invitando a tomar café, caramelos para los peques y un largo etc. Hoy se viaja con mochila y una vestimenta especial colocándose sobre el cuerpo a modo de capas de cebolla, dos o tres jerséis, rebeca y americana, bufanda, gorro o sombrero, gabardina o gabán y sobre el brazo alguna prenda más, todo ello por evitar viajar con maleta, y pensar lo bonito y sofisticado que resultaba hacerlo con un juego de maletas de varios tamaños.

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