La prohibición de usar escopetas reduce la tradición de los ‘bujots’ en Ciutadella

La matanza de bujots, la peculiar tradición del Domingo de Pascua que aún pervive en Ciutadella, está en crisis. La prohibición expresa de usar armas de fuego en este tipo de actos la ha deslucido, hasta tal punto que ya solo cinco bares y entidades, la mitad de las que participaban hace diez años, colgarán este domingo monigotes de paja frente a sus locales sociales para quemarlos en público.

El Cercle Artístic, el Casino 17 de Gener, la Unión de Antiguos Alumnos Salesianos, el Club Nàutic y el bar Bananas son los únicos que han recabado la preceptiva autorización para colgar y ajusticiar a los peleles el domingo al mediodía.

El Real Decreto que en 2020 modificó el reglamento de armas ha afectado de lleno a la tradición centenaria, que años antes de la pandemia también seguían la Associació Democràtica de Jubilats i Pensionistes del Camí de Maó, los bares Maybi y s’Oficina u otros establecimientos de Cala en Blanes y Cala Blanca.

El artículo 153 del Real Decreto «prohíbe» de manera expresa la utilización de armas «en recreaciones históricas, espectáculos públicos, filmaciones y otras áreas escénicas» y solo permite «armas de alarma y señales, acústicas y de salvas o armas inutilizadas, así como las de coleccionista con pólvora y sin proyectil».

Aunque el control del cumplimiento de la ley compete a la Guardia Civil, el Ayuntamiento se encarga de solicitar los permisos. Y, en este sentido, el departamento de armas de la Policía Local no ve ninguna viabilidad legal de poder volver a autorizar la tradición tal como se celebraba hasta 2019, antes de la pandemia. De hecho, la pólvora negra que desprendían las escopetas era esencial para la posterior combustión de los bujots.

El informe negativo en 2022 de la Dirección Insular de la Administración del Estado, en aplicación del nuevo cambio en la ley, obligó a buscar alternativas que mantuvieran viva la tradición. Desde entonces, las entidades organizadoras se sirven de petardos y bengalas para provocar una traca sonora, cuya mecha va extendiéndose hasta que las llamas consumen por completo al muñeco.

«Ya no es como antes, pero estos dos años al menos nos hemos ocupado de colocar bien los petardos para que las tracas parezcan tiros», afirma Francesc Pons, secretario del Casino 17 de Gener. Es más, Pons cree, a título particular, que el uso de petardos entraña un mayor «peligro» potencial que las escopetas, que disparaban socios de las entidades que dispusieran de la preceptiva licencia de armas.

‘Moros i Cristians’

La nueva normativa también ha afectado al Firó de Sóller, los Moros i Cristians de Pollença y otros festejos similares en la Comunidad Valenciana, que han tenido que adaptar el tipo de arma y autorización para no desnaturalizar las fiestas. Los ayuntamientos han alquilado directamente las escopetas permitidas para seguir con la tradición.

El apunte

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