La vuelta al cole se ha consolidado como una de las citas económicas más exigentes del año para las familias. En Baleares, donde el impacto del transporte encarece aún más los costes, la asociación Consubal calcula que este septiembre el gasto escolar aumentará entre un 5,5 y un 6% respecto al año pasado. Su presidente, Alfonso Rodríguez, explica: «Lo que más ha subido son los libros de texto y el material escolar». La factura se dispara aún más en los colegios donde se exige la compra de uniforme, chándal y calzado apropiado, a lo que se suma en muchos casos la obligación de adquirir dispositivos digitales. «Los Chromebooks, que se han generalizado desde la pandemia, suponen una inversión inicial de 350 a 400 euros, superior a la de los libros en papel, pero a la larga puede amortizarse. No obstante, no todas las familias pueden asumir de golpe este desembolso», señala Rodríguez.
Las cifras nacionales confirman esta tendencia. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el gasto medio por alumno se sitúa en 2.390 euros contemplando los gastos de matriculación, lo que representa un incremento del 18% en apenas tres años. Resulta reseñable que el coste de los libros de texto varía de forma significativa según el tipo de centro: 157 euros en un colegio público, 253 en uno concertado y 315 en un privado. Los uniformes, más habituales en privados y concertados, rondan los 181 euros, mientras que el material escolar alcanza los 92 euros de media, con mochilas que rondan los 29.
Alfonso Rodríguez, presidente de Consubal.
Los números parecen asumibles si se toman por separado, pero sumados al inicio de curso y acompañados por extras como comedor o transporte, terminan configurando una factura anual difícil de digerir. En los centros privados, donde las cuotas y matrículas representan hasta el 71% del gasto, la media se dispara a 5.898 euros, mientras que en los concertados el peso de esas partidas alcanza el 42%, con una media de 1.448. La cuestión tecnológica es otro elemento de tensión. Durante la pandemia se impusieron los dispositivos digitales, pero hoy muchos centros están regresando al libro de texto tradicional.
«El problema reside en la capacidad real de las familias para afrontar los gastos»
Antonio Sánchez, director de Comunicación de El Corte Inglés en Baleares, confirma que «ahora se está volviendo al libro de texto, aunque los Chromebooks siguen siendo importantes». Explica además que la mayoría de padres concentran las compras en septiembre, aunque otros gastos, como chaquetas o chándales, se reparten a lo largo del curso.
Antonio Sánchez, director de Comunicación de El Corte Inglés en Baleares.
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En cuanto al aumento de los precios, contextualiza los datos en relación a la inflación: «No hemos detectado un incremento significativo en los precios. Aunque las editoriales han aplicado ligeras subidas, el coste de los libros se mantiene prácticamente estable y, en comparación con la inflación, no resulta un aumento destacable». Además, recomienda aprovechar descuentos, programas de fidelización y opciones de financiación.
Miquel Àngel Guerrero, director de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos (FAPA).
Desafío económico Más allá de las cifras, la vuelta al cole refleja desigualdades profundas. Para Miquel Àngel Guerrero, director de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos (FAPA), «el problema reside en la capacidad real de las familias para afrontar los gastos». Denuncia que existen hogares vulnerables que reciben ayudas, pero también existen muchos otros situados en una especie de «zona gris»: familias que no cumplen los requisitos para acceder a becas pero que deben hacer un esfuerzo desproporcionado para cubrir los costes escolares.
«El problema reside en la capacidad real de las familias para afrontar los gastos»
La diferencia entre centros es también notable. «Hay escuelas que han implantado programas de reciclaje que reducen notablemente los gastos, mientras que otras imponen sobrecostes adicionales como uniformes obligatorios o cuotas encubiertas, sobre todo en los concertados», comenta. Guerrero plantea tres ejes para aliviar la carga económica: «avanzar hacia la gratuidad real de la educación, extender los programas de reutilización y racionalizar el uso de dispositivos digitales, evitando que las familias tengan que afrontar al mismo tiempo el coste de los libros en papel y de la tecnología». El Govern, por su parte, apela a las deducciones fiscales como vía de compensación. Aunque resultan útiles, estas ayudas se perciben como insuficientes ante un incremento de precios que supera con creces el margen de estas deducciones.
El resultado es paradójico: la educación, reconocida como derecho fundamental, se convierte en muchos hogares en un lujo que exige planificación financiera, renuncias e incluso deudas. Pese a que las asociaciones recuerdan que garantizar la educación es responsabilidad de las administraciones, lo cierto es que, a día de hoy, cada inicio de curso sigue siendo, además de un reto académico, una auténtica prueba de resistencia económica para muchas familias.
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