Las sanciones occidentales acarrean un volumen inédito de crudo en los buques

Las sanciones occidentales impuestas a Rusia e Irán están provocando una situación inédita en el mercado global del petróleo. Actualmente, se registran volúmenes récord de crudo almacenado a bordo de buques, una circunstancia que, paradójicamente, está impidiendo la formación de un exceso de oferta significativo en los mercados mundiales. Así lo afirmó este miércoles el director ejecutivo de Gunvor Group, una de las comercializadoras de materias primas más importantes a nivel internacional, durante una conferencia en Abu Dabi.

La Unión Europea, el Reino Unido y Estados Unidos han implementado una amplia batería de sanciones contra Rusia a raíz de su intervención militar en Ucrania. Estas medidas se han intensificado, y el nuevo embargo estadounidense ha afectado directamente a dos de los principales productores de petróleo rusos: Rosneft y Lukoil. Estas restricciones, junto con las ya existentes sobre Irán, han reconfigurado drásticamente las rutas comerciales y la logística del transporte de hidrocarburos.

Torbjorn Tornqvist, director ejecutivo de Gunvor Group, con sede en Suiza, explicó en la conferencia de energía ADIPEC que este exceso de oferta de crudo, aunque no llega a los mercados de forma convencional, ha servido para amortiguar el impacto de las interrupciones comerciales causadas por las sanciones. De hecho, ha contribuido a mantener los mercados relativamente estables y a reducir la volatilidad de los precios. Sin embargo, Tornqvist también subrayó que las sanciones han provocado la dislocación de una «enorme cantidad» de petróleo, una parte considerable del cual permanece retenido en petroleros. «Es algo sin precedentes», aseguró Tornqvist. «Por tanto, obviamente, si desaparecieran todas las sanciones, este mercado tendría claramente un exceso de oferta», añadió, destacando la fragilidad del equilibrio actual.

La «dislocación» a la que se refiere Tornqvist implica una serie de complicaciones logísticas y operativas que van más allá de la simple reducción de la oferta. Las sanciones obligan a los países afectados a buscar nuevos compradores y rutas de transporte, a menudo más largas y costosas. Esto ha impulsado la aparición de una «flota oscura» de petroleros que operan fuera de las regulaciones y seguros convencionales, lo que añade riesgos adicionales al transporte marítimo. La necesidad de encontrar destinos alternativos y la dificultad para asegurar el transporte y el seguro han provocado que grandes volúmenes de crudo permanezcan en el mar durante periodos prolongados, funcionando como un almacén flotante improvisado.

Este fenómeno ha tenido un impacto directo en la demanda de buques cisterna, elevando las tarifas de flete y prolongando los tiempos de tránsito. En la práctica, aunque el petróleo existe físicamente, su acceso al mercado se ve obstaculizado por estas barreras logísticas y regulatorias. Esta situación crea una especie de «embudo» en la cadena de suministro, donde el crudo se acumula en el mar en lugar de llegar a las refinerías y, por ende, a los consumidores finales. La consecuencia es que, a pesar de la capacidad de producción global, la oferta efectiva disponible para el consumo se mantiene contenida.

A pesar de la contención de la oferta por el almacenamiento flotante, los precios globales del petróleo experimentaron una caída en octubre de 2025 por tercer mes consecutivo. Esta bajada se atribuyó principalmente al temor a un exceso de oferta, impulsado por el aumento de la producción tanto de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y sus aliados (OPEP+) como de los productores no pertenecientes a la OPEP. La estrategia de la OPEP+ de ajustar sus cuotas de producción y el crecimiento constante de la extracción en países como Estados Unidos, Brasil o Canadá, contribuyen a esta percepción de un mercado bien abastecido.

Marco Dunand, director ejecutivo y cofundador de Mercuria, otra destacada comercializadora de materias primas, proyectó en la misma conferencia que la oferta de crudo podría superar la demanda en 2 millones de barriles diarios en 2025. Sin embargo, Dunand enfatizó que las sanciones occidentales actúan como un «comodín» crucial para frenar la oferta real que llega al mercado. «Eso significa probablemente que de un superávit de 2 millones de barriles diarios pasamos más bien a un superávit de 1 millón de barriles diarios», explicó, ajustando las previsiones a la realidad de las restricciones.

Dunand advirtió que, si bien los inventarios terrestres son reducidos, «es cierto que (el volumen de) el petróleo en buques es alto, por lo que el exceso (de oferta) se está formando lentamente y probablemente llegará al mercado en los próximos meses de 2025». Esta declaración sugiere que el mercado no está exento de riesgos de sobreoferta a medio plazo, una vez que las complejidades logísticas se resuelvan o las sanciones se modifiquen, liberando este volumen «atrapado» de crudo. La situación actual es, por tanto, un delicado equilibrio entre la producción global y la capacidad de distribución efectiva.

Las sanciones internacionales han sido históricamente una herramienta geopolítica poderosa para influir en el comportamiento de los estados, y su aplicación al sector energético, particularmente al petróleo, tiene repercusiones globales inmediatas. Al restringir la capacidad de un país para vender su crudo en los mercados tradicionales, las sanciones buscan limitar sus ingresos y su influencia. Sin embargo, el mercado petrolero es un sistema interconectado, y las interrupciones en un punto pueden generar efectos en cadena inesperados. En el caso actual, las sanciones no solo han reducido la oferta de crudo de Rusia e Irán en ciertos mercados, sino que también han creado un cuello de botella logístico que impide que el petróleo llegue a su destino final de manera eficiente. Este «efecto tapón» del almacenamiento flotante es un ejemplo claro de cómo las medidas restrictivas pueden tener consecuencias complejas y multifacéticas, alterando la dinámica de la oferta y la demanda de formas no siempre intuitivas. El equilibrio entre la presión política y la estabilidad económica global es, sin duda, un desafío constante.

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