Lo que das vuelve

Desde hace semanas el ministerio de Marichús nos acribilla con el eslogan de que «Lo que das vuelve». Y llegan a ser tan cansinos como la titular de la cosa misma. Y por fin llegas a entender que está próximo el segundo sablazo del IRPF y por ello te untan de vaselina. Aun así, las cuentas no te salen. ¿Cómo es posible que el Gobierno del marido de la Begoña esté tantos años sin aprobar presupuestos y las cuentas aún cuadren? ¿O será que no cuadran?

Al menos los dineros no faltan.    Vamos, que eso que la economía va como un cohete será cierto, recaudan más de lo que verdaderamente necesitan, porque de lo contrario no estarían regalando pensiones a otros países cuando las de España están en precario. O al menos eso nos dicen.

Empieza a encajar el puzle.    La trampa está bien estudiada. Aun así, lo que das no vuelve, al menos no vuelve todo. Ni a ti, ni a los otros. La campaña anual intenta mentalizarte de que con el IRPF se pagan los hospitales, la seguridad, los colegios e incluso el Falcon de Sánchez y el piano de su hermano. Y más. Mucho más. Vivimos el día a día pagando los vicios ocultos del sistema español. Y no tan ocultos. Vamos, que hasta con el uso del papel higiénico estamos subvencionando a nuestros políticos y a las amigas de algunos de ellos. Incluso el avión de regreso de los expedicionarios allende los mares. Y quién sabe si alguna mina de oro en Venezuela.

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Lo que das vuelve, insiste la campaña.    ¿Y quién no da, también recibe? El sí y solo sí, no funciona en esta ecuación, como en tantas otras ecuaciones del Gobierno del marido de la Begoña. Las matemáticas de Marichús no son exactas. Pero no fallan, añadirán. Si no que se les pregunte a los jóvenes que en su estreno en las urnas reciben unas cuantas lechugas para su ocio. Casi una chistorra por cabeza como diría Koldo.

Y es que entre tantas chistorras, soles y lechugas tenemos el mercado lleno de productos exentos de control alguno. Un mercado de proximidad, de kilómetro 0, anclado en el centro mismo de la cosa pública, en donde se decide cuantos enteros entregamos y cuantos regresan o se pierden misteriosamente por el camino.

Pero que nadie se queje, que dineros de haberlos haylos, aunque para la vivienda poco o nada. Pero a pesar de ser un bien escaso nadie hace una huelga general por ello. Por otras cosas, sí. Por la vivienda, ni está ni se la espera. Es el descuadre del presupuesto y de lo supuesto. Como el bochornoso ataque del Instituto Cervantes a la RAE.

Lo que das vuelve, le podrían decir a quien empezó la batalla, nombrado por el Gobierno de Sánchez, por cierto.

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