
Lo del mercado inmobiliario en Palma nos tiene a todos turulatos. Hace unos días, volviendo a casa desde Jaume III, vi que en un piso del barrio -una finca muy maja- colgaba el cartel de «se vende» en el balcón. Curiosa, busqué la inmobiliaria en el móvil para consultar. No pude evitar echarme a reír en plena calle, como una loca, porque la casa se vende por un millón cien mil. Es un piso enorme, eso sí, con plaza de párking, que eso en esta zona, vale oro. Pero qué quieres que te diga. Está anclado en los años ochenta, pide a gritos una reforma completa y con ese tamaño te puede costar una fortuna. Si es que tienes suerte y encuentras obreros dispuestos a hacerla, que tampoco abundan. El metro cuadrado supera los seis mil euros y su única salida a la calle es un balconcito triangular. Por desgracia, tengo un sentido innato que me hace ponderar el valor de las cosas. Y, de inmediato, si ese valor va parejo al precio. En este caso -y me temo que prácticamente en toda la oferta inmobiliaria palmesana- no vale lo que cuesta. Es indudable que Mallorca, y Palma, ofrecen cosas de enorme valor. La primera el mar, la segunda la luz, la tercera la historia.
Rebecca es una apasionada del marketing digital y una dedicada líder de equipo. Le encanta probar y compartir los últimos conocimientos sobre las tendencias de la industria, el crecimiento del mercado y el análisis de palabras clave con el nuevo algoritmo de Google y otros motores de búsqueda. Ella sabe efectivamente cómo el contenido alimenta diferentes subconjuntos del plan de marketing y comprende cómo desarrollar y compartir los activos de contenido en los canales correctos.
Enlace de origen : Locura