Los bosques de encinas y ‘ullastres’ de Menorca: el mejor aliado para frenar el avance del fuego

Menorca cuenta con hasta 35 zonas boscosas que podrían ser catalogadas como bosques maduros, un tipo de masa forestal de alto valor ecológico que, además, representa una de las herramientas más eficaces para la prevención de los incendios forestales, una amenaza cada vez más frecuente, como han evidenciado los grandes fuegos que este verano han arrasado amplias zonas de la Península.

Así lo aseguró este jueves el especialista en botánica de Menorca Pere Fraga Arguimbau, durante la presentación del estudio «Criterios de tipificación de las masas forestales maduras de Menorca», que ha realizado por encargo del departamento de Medio Ambiente, Reserva de la Biosfera y Cooperación del Consell, con el objetivo de identificar y conocer mejor estos bosques.

Según los estándares europeos, para que un bosque sea considerado maduro es necesario que el suelo esté poco alterado, que albergue una alta diversidad de especies vegetales —incluidos endemismos— y que cuente con árboles viejos, así como con plantas que crecen sobre otros vegetales. El estudio constata que, en Menorca, los principales bosques maduros son los encinares y los ullastrars, algunos de los cuales se encuentran entre los más importantes del mundo. Sin embargo, aún no cuentan con figuras de protección específicas ni con una cartografía detallada.

Cortafuegos naturales

Durante la presentación del estudio, desde el Consell recalcaron la importancia de la gestión y conservación de estos bosques para garantizar la sostenibilidad de la Reserva de la Biosfera, ya que contribuyen de manera directa a evitar los incendios forestales, al desarrollo del sector primario, a la conservación de la biodiversidad y a la mitigación y adaptación al cambio climático.

Precisamente, el crecimiento descontrolado de las masas forestales en España a causa del abandono del campo, junto con su falta de gestión, ha sido motivo de debate este verano, ya que se ha señalado como uno de los factores que han contribuido a avivar unos incendios cada vez más intensos.

Según Miquel Truyol, técnico de Medio Ambiente del Consell, a partir de los años ochenta del siglo pasado Menorca experimentó un notable crecimiento de sus bosques, que no solo se expandieron en extensión, sino que también se hicieron más densos. Este fenómeno responde a cambios en las prácticas económicas y culturales, que llevaron al abandono de la explotación forestal y de numerosas zonas agrícolas, en algunos casos favorecido por la introducción de nueva maquinaria. No obstante, Truyol apunta que esta tendencia se ha estabilizado en los últimos 15 años.

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David Carreras, director del Observatori Socioambiental de Menorca (Obsam), coincide con esta valoración y añade que el abandono de algunos campos se está compensando con la recuperación de ciertos cultivos, como la viña y el olivo. No obstante, advierte sobre el riesgo que supone el aumento de la densidad forestal. «Esta densificación es, sin duda, un problema de cara a los incendios, porque hay más material combustible, lo que facilita que el fuego se encienda y se propague, y permite que las llamas sean más grandes», señala.

Desde la Universitat de les Illes Balears, el geógrafo Miquel Grimalt explica que, aunque en Menorca el crecimiento de los bosques comenzó más tarde, la Isla no ha escapado a una tendencia que afecta a todo el Mediterráneo, como es la reducción de la superficie dedicada a los cultivos.

En este contexto, Pere Fraga señala que no todos los bosques arden de la misma manera y explica que los más antiguos actúan como una protección natural frente a los incendios, ya que conservan mayor humedad. «Si hubiera más bosques maduros de encinas y acebuches, el riesgo de incendio se reduciría considerablemente», afirma. Por ello, subraya la importancia de estudiar y conservar este tipo de masas forestales, que además ayudan a retener el agua durante los episodios de lluvia intensa y favorecen su infiltración en el acuífero.

También son poco propensos a los incendios los bosques de Menorca situados en la ribera de los torrentes, aunque estos se encuentran en una situación crítica tanto por su estado de conservación como por la limitada extensión que ocupan. En este sentido, Fraga señala la urgencia de catalogar y proteger los olmos de la Isla, únicos en Europa por no haber sido afectados por la enfermedad de la grafiosis agresiva.

Por su parte, David Vidal, director insular de la Reserva de Biosfera, precisa que en los bosques jóvenes —especialmente en los de especies como el pino— es necesaria una gestión constante. En cambio, los bosques maduros deben dejarse evolucionar de manera natural. «Son los cortafuegos naturales del Mediterráneo y un importante patrimonio natural de Menorca», remarca.

Los expertos también destacan la importancia del modelo territorial de Menorca en la prevención de incendios, ya que en la Isla los bosques se integran en un mosaico agroforestal, con áreas forestales delimitadas por espacios dedicados al sector primario.

El apunte

El Consell encargará la elaboración de una cartografía detallada

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