Los currículos

La vida me ha ido demostrando que le hemos dado demasiada importancia a los títulos. Decía Mariano Revilla el día 26 de julio 2025 en la Sexta explica: «conozco gente con dos carreras pero sin sentido común». Permítaseme matizar esa información porque soy conocedor de gente de carrera que en el fondo son unos solemnes ignorantes que por no saber ni saben freír un huevo, que ignoran que la patata es un tubérculo que crece bajo la tierra, que ignoran lo que es un barbecho aunque estén pisándolo; gentes que saben algo de lo que han estudiado pero de lo demás lo ignoran todo, o casi todo. Es verdad que hay títulos sumamente importantes y nada fáciles de conseguir pero fíjense en el caso de esas excelentes cocineras-cocineros que no tienen ni han leído nunca un libro de cocina pero cocinan como los ángeles. Yo tengo en gran estima más de 2.000 libros de gastronomía, creo saber algo sobre ese tema pero no soy cocinero. Algunos políticos con carrera saben muy poco o nada sobre la política que ejercen, simplemente porque con un título bajo el brazo les ha bastado para ser encuadrados en un partido político, llegando a ocupar cargos de diputados/as sin que se les haya exigido por lo menos una preparación previa, lo que podríamos decir un rodaje. Fíjense si en sus ignorancias a alguien se le ocurriera ser l’amo de lloc y se pusiera a sembrar el cereal en el mes de julio. En otras palabras, tenemos títulos pero no tenemos cultura general. De hecho conozco personas extraordinariamente cultas que no tienen ningún título pero han sido aplicados por fuerza o por agrado en la universidad del vivir diario. Un título no garantiza para nada estar bien preparado/a para ejercer satisfactoriamente su trabajo en beneficio de la comunidad. Ahora, tras la triple mentira en los títulos de Noelia Núñez del PP, le han seguido otras dos dimisiones por currículos fraudulentos. Se ha desatado el «y tú más» en los currículos de los políticos. ¡Qué afán de aparentar! Se inventan carreras estudiadas en universidades que no existen, másters que tampoco se tienen pero todo eso es hoy en día una especie de barniz que protege ignorancias y le da relumbrón al cargo que sustenta para justificar el alto salario que se recibe, los privilegios y las prolongadas vacaciones.

¿Qué ocurre en la mente de algunos/as para inventarse títulos que no tienen? Creo que es un ataque de narcisismo que nos invade.

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Me parece curioso, por no decir lamentable, que ningún presidente de gobierno exceptuando el actual supiera hablar inglés. Eso sí es importante, yo diría más, mucho más importante que un título de filólogo o veterinario, un título de profesor de latín o de profesor de griego. Aunque ahora que hago memoria sí que hemos tenido un presidente que a nada que se lo hubiera «currao», habría resultado un políglota, en un plis plas hablaba el hombre catalán «en la intimidad»; después de pasar unas horas en el rancho de George W. Bush regresó a España con deje tejano. No quiero ni pensar si se hubiera reunido con el ex ministro de economía griego Yanis Varoufakis.

Hay un título que no les es desconocido ni al PP ni al PSOE por más que no se aprende en la universidad y ese título es el de corrupto al que hay que añadir grandes masters en el manejo del bulo, la mentira y la descalificación más inyecta y barriobajera, la ofensa incluso para familiares, la acusación por graves hechos no cometidos. Todo un abanico de intervenciones enfangadas en el lodazal del odio, la inquina y la estúpida banalidad. Y ahora van y se tiran los «escaños» a la cabeza por el estúpido afán de titulitis o masteritis convirtiendo el parlamento en un circo. Más les valdría hacer la política que beneficia a quienes les han votado o no pero que son quienes les pagan su salario, sus privilegios y sus prolongadas vacaciones.

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