
Menorca vive un momento de dinamismo en el sector de la construcción. Los datos presentados el pasado mes de julio por el Col·legi d’Arquitectes de Balears (COAIB) reflejaban un repunte significativo en el número de proyectos visados. Sin embargo, la realidad es que esta actividad no ha conseguido paliar la crisis habitacional que sufre la isla. Chalés unifamiliares, promociones de alto standing y trámites urbanísticos interminables marcan un paisaje complejo en el que el acceso a la vivienda, sigue siendo la asignatura pendiente para los residentes.
El nuevo presidente de la delegación menorquina para los próximos cuatro años, Llorenç Seguí Triay, considera que se están pagando las consecuencias de un mercado tensionado por la falta de promociones privadas derivadas de la crisis inmobiliaria de 2008 y también una necesidad de suelo disponible, aunque se muestra confiado por los proyectos de obra pública que se están licitando, ya que pueden generar una bolsa de vivienda más grande que ayudará a establecer un suelo en el precio del alquiler.
CRECIMIENTO.
Entre junio de 2024 y junio de 2025 se visaron en Menorca 323 viviendas de nueva planta, casi el doble que un año antes, un dato que confirma la buena marcha del sector. Si se suman reformas y otras edificaciones, el balance alcanzó los 650 proyectos, con un presupuesto total de 144 millones de euros, un 56% más que en el periodo anterior. «El crecimiento es evidente, pero también engañoso si se recuerda que en 2007 se superaban los 2.000 proyectos», comenta Llorenç Seguí. «Casi la mitad corresponde a chalés unifamiliares y la mayoría de los nuevos bloques de pisos, son promociones de alto standing en el levante insular, con epicentro en Maó, Es Castell y Sant Lluís. Ciutadella apenas suma 30 viviendas nuevas en proyectos plurifamiliares y en Es Mercadal, no se ha movido nada. Para Seguí, la conclusión es clara: «Se construye más, y más caro, pero la población residente sigue quedando fuera».
El contraste es aún mayor cuando se observa la vivienda pública. El Institut Balear de l’Habitatge (Ibavi) trabaja actualmente sobre cinco promociones en Menorca, aunque solo una, en Alaior, tiene el proyecto redactado. El resto de todos ellos, están en fase de licitación para la redacción del proyecto. Seguí insiste en que la única forma de frenar la escalada de precios pasa por aumentar el parque de vivienda protegida en alquiler. «Si pones en el mercado vivienda con un precio limitado, quien tiene opción a pagar por un piso de protección oficial lo intentará antes que acudir al mercado libre. Eso marca un suelo de precios y ayuda a equilibrar el mercado», defiende.
El presidente recuerda, además, que España sigue anclada en la cultura de la propiedad, mientras que en el norte de Europa lo normal es vivir de alquiler. «Aquí siempre hemos aspirado a tener un piso en propiedad, pero eso ya no es tan fácil, y mucha gente tendrá que vivir de alquiler, como ocurre en la mayoría de países europeos», advierte. Para equilibrar la situación de falta de viviendas de perfil plurifamiliar ante el crecimiento que también ha sufrido la Isla en estas últimas décadas, habría que llegar a las 500 viviendas de nueva planta al año.
FACTORES.
Para el nuevo presidente del colegio, una de las raíces del problema está en el suelo. En 2020, en base al artículo 3.1 del Decreto Ley 9/2020 de 25 de mayo de medidas urgentes de protección del territorio de las Illes Balears, en plena pandemia, se desclasificó una gran cantidad de suelo urbanizable con el argumento de que no se había desarrollado. «Hoy tenemos menos suelo disponible y las consecuencias son evidentes. Precios disparados y menos vivienda asequible», afirma. Son las consecuencias de decisiones políticas que, según Seguí, se tomaron más para hacer bandera de un determinado modelo territorial que para responder a una necesidad social. Y revertirlo no será cuestión de meses, sino de años.
A la escasez de suelo se suma la lentitud administrativa. Aprobar un plan general en un ayuntamiento menorquín puede tardar una década, cuando lo razonable sería resolverlo en una legislatura. Otro de los grandes cuellos de botella está en la tramitación de licencias. La ley marca que los ayuntamientos disponen de tres meses para informar un proyecto, pero en la práctica el plazo medio se acerca al año. «Esto frena proyectos y genera una gran inseguridad», lamenta Seguí. El presidente recuerda que existen empresas autorizadas para informar proyectos, una práctica que en otras comunidades autónomas funciona de manera ágil, pero que en Menorca, aún no se ha implantado con claridad.
«Si un proyecto lo informa una empresa privada y después el ayuntamiento quiere revisarlo, volveremos a entrar en la misma espiral de retrasos», advierte. Respecto a la reconversión de locales comerciales en viviendas, el presidente de la delegación del Colegio de Arquitectos en Menorca considera una opción complementaria pero tampoco resuelve el gran problema. «El auge del comercio online ha dejado muchos bajos vacíos y algunos pueden transformarse en viviendas pero la demanda es reducida y tampoco no todos son idóneos porque estaban pensados para otra necesidad», comenta.
SECTOR EN TENSIÓN.
Aunque la actividad constructora está en auge, también el sector arrastra un problema de fondo marcado por la falta de mano de obra cualificada. «La carpintería artesanal en Menorca, por ejemplo, que parecía condenada en 2008 cuando se hacían promociones donde todo era material prefabricado que se montaba en un día, vuelve a estar de moda porque los clientes demandan trabajos a medida. Sin embargo, los jóvenes formados son pocos y los profesionales veteranos están desbordados. «Hoy se busca la calidad de antaño, pero cuesta encontrar quién la pueda ofrecer. Y eso es un problema de formación y de relevo generacional», apunta Seguí.
La tecnificación también añade más presión. «La fontanería y las instalaciones ya no se limitan a colocar un termo eléctrico y cuatro tubos, sino que requieren conocimientos técnicos importantes en aerotermia, placas solares y sistemas de eficiencia energética», comenta. «No todos los técnicos se han reciclado, y eso genera cuellos de botella en muchas obras», advierte el presidente. Lo mismo ocurre con el marés, el tradicional material de construcción que muchos defienden como símbolo identitario. Para Seguí, su uso generalizado es inviable. «Pensar que podemos construir todo en marés es una fantasía. Solo hay una cantera activa y la producción no alcanza. Es un material con ventajas, pero limitado y más caro», detalla.
DEMANDA.
El auge de la demanda internacional es otro factor determinante para entender lo que está sucediendo. El cliente francés ha descubierto la isla y busca casas tradicionales en el campo o en los cascos históricos de Maó y Ciutadella. Los precios de la vivienda en Menorca no se acercan a los de lugares icónicos como Saint Tropez pero, en cambio, ya están al nivel o incluso superan los de la Costa Atlántica francesa, tal y como explica Llorenç Seguí. «Estamos de moda, y eso tiene un doble filo. Aporta visitantes que valoran la cultura, el patrimonio y la naturaleza, pero, tensiona todavía más un mercado en el que los residentes no encuentran vivienda a precios asumibles», admite. En este sentido, los proyectos de segunda residencia para el mercado turístico ha ganado peso en los últimos años, una señal clara de hacia dónde se dirige buena parte del esfuerzo constructor.
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Enlace de origen : Menorca construye más, pero no resuelve su crisis de vivienda