Miguel Ángel Riera, nuevo presbítero: «La Iglesia de Menorca es ahora mi hogar»

«Tu vocación, Miguel Ángel, es un gran don para ti mismo y para esta porción del Pueblo de Dios que peregrina con esperanza en la Diócesis de Menorca», manifestó el obispo de Gerard Villalonga en la solemne ordenación sacerdotal de Miguel Ángel Riera Català que acogió este sábado la Catedral de Menorca.

La celebración registró una gran asistencia, con fieles de toda la Isla así como familiares y amigos procedentes de Mallorca, dado que el nuevo presbítero es natural de Manacor. También se habían desplazado formadores y compañeros de la archidiócesis de Toledo, en cuyo Seminario Miguel Ángel Riera ha realizado sus estudios eclesiásticos.

En el altar mayor de la Catedral acompañaron al prelado los integrantes del clero diocesano: sacerdotes, entre ellos el de más edad, Guillermo Pons- y diáconos-, y también asistieron y participaron religiosas de vida consagrada, miembros de las congregaciones implantadas en Menorca y de las entidades diocesanas.

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Gerard Villalonga advirtió el peligro «que puede surgir en este momento de la ordenación: pensar que uno ya ha llegado a la meta, olvidando que nuestras vidas han de estar sujetas a un discernimiento continuo a la luz de la Palabra de Dios, porque el trigo y la cizaña crecen juntos».

«No titubeaste»

Tras recordar que «somos una iglesia sinodal misionera, evangelizadora», el obispo Gerard subrayó que «bebemos de las fuentes cristalinas de la revelación que son la Sagrada Escritura y la Tradición».

Dirigiéndose al nuevo sacerdote, el titular de la sede de Severo manifestó que «la vida cristiana es la respuesta a una llamada previa por parte de Jesús. Tú, Miguel Ángel, ya intentabas ser un buen cristiano cuando recibiste esta llamada vocacional, que fue poderosa y categórica. Ante ella no titubeaste. Tu respuesta implicó desprendimiento y renuncia».

«Pero -prosiguió el pastor de la Diócesis- se tradujo en seguimiento. Discípulo no es alguien que ha abandonado algo, es quien encuentra a alguien, a Jesús. La pérdida es compensada con creces por la ganancia, que nos convierte en discípulos misioneros».

El apunte

«Ser un sacerdote cercano, alegre, disponible y capaz de acompañar»

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