
La Real Hermandad de Veteranos de las FAS y de la GC Delegación de Menorca, me envió un escrito el pasado Junio, para celebrar los actos de «Homenaje a los Fallecidos en la Batería de Llucalari el 26 de Junio de 1953». El primero en el Cementerio Municipal de Mahón y a continuación en La Mola, en el asentamiento de la batería Vickers del 38,1, pieza número 1, ubicado en dicha fortaleza. Recibí el escrito por pertenecer a dicha Hermandad de Veteranos, pero asistí al acto de La Mola, en representación de la Cadena COPE.
Vatuadell cent llamps, cuando sucedió este trágico accidente, un servidor tenía 8 años y recuerdo perfectamente la impresión que me produjo el entierro de estos 23 artilleros fallecidos, estaba en casa de mi abuela paterna, s´avia Guida, que vivía en el Cos de Grácia.
El Diario Menorca, publicaba con fecha 02/07/18, titulado: <<En memoria de las víctimas de 1953 en Llucalari>>
La fundación que gestiona la Illa del Rei rinde tributo a las 23 víctimas del accidente de la batería en 1953
Compañeros militares de los fallecidos y familiares acudieron al acto celebrado en la capilla, donde se recordaron los hechos ocurridos el 26 de junio de hace 65 años.
Un sentido homenaje es el que se rindió ayer a los veintitrés fallecidos en el accidente que tuvo lugar en la batería militar de Llucalari el 26 de junio de 1953, durante un ejercicio de fogueo que acabó convirtiéndose en una auténtica tragedia.
Así lo recuerdan, por ejemplo, las hermanas Natividad y Dulce, hijas de uno de los militares que perecieron hace 65 años, el sargento Juan Vidal Moreno. «Casi no conocí a mi padre, yo solo tenía 2 años, y mi hermana Dulce 4. Cuando éramos niñas nunca se habló mucho de lo sucedido porque fue una gran tragedia. Mi madre estaba embarazada y fue muy duro, y se fue superando con el tiempo», confiesa Natividad, quien asegura que «este recuerdo nos ha gustado mucho».
También recuerda muy bien ese día Antonio Humbert, quien, junto a otros tres compañeros «fuimos a los funerales del día siguiente en representación del Ejército del Aire». Y «lo recuerdo todo», como el recorrido que se hizo «desde la Explanada hasta el cementerio, por el Cós, lleno de gente, que era un auténtico drama». Y es que, como señala, el accidente se debió a «un fallo humano, el cañón no se cerró bien y cuando se hizo la detonación provocó un retroceso y explotó hacia atrás destruyendo todo lo que había allí», lamenta.» (sic). En la Isla del Rey, hay una placa con los nombres de los artilleros fallecidos, que es justo y necesario recordar sus nombres:
Capitán Francisco Seoane Méndez, Teniente Gabino Sales Pons, Brigada Severino García Rodríguez, Sargento Juan Vidal Moreno, Artilleros segundos, Bautista Juan Bellés, Ernesto Ferri Castelló, Gabriel Martínez Zapata, José Gabaldón Fenellosa, José Fresquet Acosta, José Gil Esteban, José Gil Roca, José Ibáñez Segarra, José Jabaloyes Espejo, José Llop Alairach, Julio Miguel Marto, Miguel Moll Moll, Pascual Espinosa Rubio, Santiago GalindoBinaja, Severino Guillamón Cata, Sigfrido Fornells Segarra, Tomás Lobet Segura, Vicente Domínguez Milán y Vicente Gimeno Cabedo.
Isla del Rey – Julio 2018 (fue el primer homenaje en memoria de las victimas).
El pasado 26 de Junio, en la fortaleza de La Mola, a las 12:30 en punto, presidió el acto el Coronel Víctor Manuel Herrero, en presencia de un piquete de honores de la unidad de San Isidro y numerosos familiares de los fallecidos.
El Coronel José Luis Sales, hizo un discurso muy enriquecedor y emotivo, que voy a resumir:
«Mis primeras palabras nacen desde lo más profundo de mi alma, para expresar un sincero y sentido agradecimiento al comandante Militar de Baleares, quien, con su generosidad y compromiso, ha hecho posible este homenaje…Quiero también dar las gracias al coronel Víctor Herrero (presidente de la Comisión Permanente del Consorcio) por presidir este acto con la dignidad que merece…A mi esposa, la piedra angular de toda mi historia y a mi familia, muchas gracias por acompáñame y arroparme en este homenaje tan significativo para mí.
Pero, sobre todo, a los familiares de las victimas presentes, mi agradecimiento por estar aquí, por abrir sus corazones y sumarse a este momento de recuerdo y emoción compartida…Nos convoca el recuerdo, nos convoca la lealtad, nos convoca el honor de rendir tributo a 23 valientes que perdieron la vida en el trágico accidente de la batería de Llucalari….aquel fatídico 26 de junio de 1953.
Han pasado 72 años y seguimos sintiendo el peso de ese día, porque la herida no ha cerrado, porque el amor y la memoria perduran.
No fue aquí donde sucedió, sino en la hermosa Batería de Llucalari, un lugar en el que tuve el honor de ejercer el Mando como teniente durante 1 año, en 1992. Jamás la olvidaré por su belleza, por su carácter y por su espíritu salvaje. En definitiva, por todo lo que representa para mí…esa batería la llevo tatuada en mi corazón…Una brutal deflagración, provocada por 300 kilos de pólvora (como marca el informe técnico), desgarró la tranquilidad y convirtió la rutina….en tragedia. Veintitrés vidas se apagaron en cuestión de una décima de segundo, dejando un silencio ensordecedor, una herida profunda que aún sangra en la memoria colectiva de nuestra isla…Permítanme ahora detenerme, por un instante, para honrar la memoria de mi querido tío, el teniente Gabino Sales Pons. Un hombre valiente, de espíritu indomable (como decía mi padre, su hermano) que con tan solo 20 años se ofreció voluntario y combatió durante un año en una Europa devastada por la guerra. Su coraje lo llevó a la Academia. Y como teniente de Artillería, se encontraba ese día, con sus 22 compañeros más, en el lugar equivocado, en el momento equivocado, en Llucalari. Y ese día, el Ángel de la Guarda, ese que en tantas ocasiones nos ha salvado, y se lo digo con conocimiento de causa, ese día, no se levantó para ninguno de ellos…Su entrega, su fortaleza y su amor por España, y especialmente por esta tierra, han sido faro y ejemplo en mi vida. Mi padre me contó muchas historias de él, de su carácter, de su dignidad. Su recuerdo ha sido el latido constante en mi pecho durante mis 40 años de servicio. La tristeza de su partida fue tan honda, que su madre, mi abuela, quedó sorda del impacto. Ese fue, parte de nuestro legado.
Permítanme por último, decirles que aquí, en este mismo lugar, hace 35 años llegué siendo un joven teniente (esa era mi pieza), y hoy, regreso como un coronel marcado por la experiencia, con el corazón intacto y lleno de respeto y amor por aquellos que partieron…Traigo conmigo dos compromisos firmes: el primero, espero que este lugar se convierta en un símbolo eterno de honor, respeto y recuerdo para quienes no están. Y el segundo, mi firme voluntad de devolver la vida a estos cañones, de restaurar su dignidad y de recuperar su grandeza, como tributo tangible a quienes dieron todo por nosotros. Gracias de todo corazón, gracias por estar, por compartir, por mantener viva esta memoria que para mí y para las familias de los fallecidos, es sagrada.
Y ya, por último, si las fuerzas me acompañan, la Dirección de Personal del Ejército de Tierra lo dispone pero, sobre todo, si Dios así lo quiere…¡Espero volver muy pronto!!!» (sic).
Si vivim coses veurem.
José Barber Allés
Mochilero
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Enlace de origen : Por las víctimas de Llucalari