Con el plan de paz para Gaza instigado por Donald Trump en sus primeros desarrollos, el frente internacional de la guerra de Rusia en Ucrania cobra protagonismo, horas antes de que el inquilino de la Casa Blanca reciba nuevamente al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en Washington. En la agenda, varios puntos de interés. En los últimos días se ha hablado profusamente sobre la posibilidad de que Trump entregue a Zelenski misiles de largo alcance Tomahawk, un extremo que a todas luces trasladaría el conflicto del Este de Europa a otro nivel. Cuál es la actualización de la situación sobre el terreno, capitalizada por los avances rusos en Kupiansk, de la cual controla cerca del ochenta por ciento, y cuáles son los temas que marquen el desarrollo próximo de una guerra que parece aun lejana de detenerse.
La escalada del conflicto ucraniano ha alcanzado un nuevo punto crítico, con Rusia intensificando en las últimas jornadas sus ataques aéreos sobre el territorio vecino. Esta recrudescencia de las hostilidades se produce en un momento de intensa actividad diplomática, justo antes del esperado encuentro en Washington. La reunión, que se celebrará este viernes, se enmarca en un contexto donde la política exterior de Estados Unidos hacia el conflicto ucraniano parece estar redefiniéndose, con declaraciones que apuntan a una resolución bajo la égida de Trump. La posible entrega de misiles de largo alcance, como los Tomahawk, a Kiev, es uno de los temas centrales que podrían reconfigurar el panorama bélico y elevar la confrontación a un nuevo nivel.
Las acciones militares rusas no dan tregua, y el presidente Zelenski ha denunciado que, durante el otoño de 2025, Rusia ha atacado infraestructuras energéticas de Ucrania prácticamente a diario. La noche del 15 de octubre de 2024, el país sufrió uno de los asaltos más severos, con más de 300 drones y 37 misiles impactando infraestructuras críticas en al menos cinco regiones. Zelenski, a través de sus redes sociales, condenó estos ataques, señalando que «la pasada noche trajo consigo ataques contra nuestra gente, nuestro sector energético y nuestra infraestructura civil». Además, el mandatario ucraniano alertó sobre el uso de municiones de racimo en algunos de los drones Shahed empleados por Moscú y criticó los ataques consecutivos en los mismos lugares, una táctica que, según él, busca «matar a los trabajadores sanitarios y de emergencias que acuden a socorrer a las víctimas del primer bombardeo».
Los recientes ataques aéreos rusos han tenido un impacto devastador en varias regiones ucranianas. Según el informe de Zelenski, las infraestructuras en las regiones de Vínitsia y Poltava, en el centro del país, así como en Sumi, fueron blanco de estos asaltos masivos. En la región norteña de Cherníguiv, un bombardeo ruso causó daños significativos en una oficina de correos y dejó a una persona herida, evidenciando la amplitud geográfica de la ofensiva. La ciudad de Járkov, situada en la frontera con Rusia y en el noreste de Ucrania, también fue duramente golpeada, afectando tanto a infraestructura crítica como a una sede de los servicios de emergencias ucranianos. En su óblast los combates en Kupiansk siguen librándose con crudeza, incluso en la red de alcantarillado, con las tropas rusas controlando cerca del ochenta por ciento de toda la extensión de este importante nudo logístico.
En este escenario de creciente tensión, Pete Hegseth, secretario de Guerra de Estados Unidos, afirmó durante la reunión del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania en Bruselas, que la guerra en Ucrania «terminará bajo la responsabilidad» del presidente estadounidense, Donald Trump, una aseveración que subraya una postura firme y decisiva del mandatario norteamericano, y sugiere un cambio en la estrategia de resolución del conflicto. Hegseth enfatizó que, aunque la guerra no comenzó durante la administración de Trump, será él quien la concluya. Además, el secretario de Guerra hizo un llamamiento a todos los miembros de la OTAN para que contribuyan activamente a la iniciativa aliada conocida como PURL (Lista de Necesidades Prioritarias de Ucrania), diseñada para adquirir material militar estadounidense y enviarlo a Kiev.
Hegseth también advirtió que, si la guerra de Rusia contra Ucrania no cesa y «no hay camino a la paz en el corto plazo», Estados Unidos, en colaboración con sus aliados, tomará «los pasos necesarios para imponer un coste a Rusia por su continua agresión», algo que refuerza la idea de una política de presión sostenida contra Moscú. El Departamento de Guerra estadounidense, según Hegseth, está «preparado para desempeñar su papel, de una forma que solo Estados Unidos puede hacerlo», lo que remite a la teórica capacidad de intervención única por parte de Washington. La confianza en el liderazgo de Trump para poner fin a la guerra fue palpable en sus palabras: «Aseguro que bajo el liderazgo ‘firme’ de Trump se pondrá fin a la guerra en Ucrania». Comparó la situación con la gestión de Trump en otros conflictos, destacando su habilidad para la diplomacia: «La guerra debe terminar. Como le vimos hacer en Gaza y Oriente Medio, Trump sabe cómo forjar la paz, crear oportunidades en situaciones y escenarios en los que la paz parece lejana. Solo él tiene la capacidad para eso», afirmó, resaltando la experiencia del presidente.
La iniciativa PURL, o Lista de Necesidades Prioritarias de Ucrania, se ha convertido en un pilar fundamental para la asistencia militar a Kiev. Hegseth detalló que, desde agosto de 2025, los aliados de la OTAN han comprometido «más de 2.000 millones de dólares en asistencia de seguridad mediante PURL». Esta cifra subraya el compromiso financiero de la Alianza. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en una declaración conjunta con el ministro de Defensa ucraniano, Denis Shmyhal, confirmó que más de la mitad de los países miembros de la Alianza ya se han sumado a PURL, con «más de dieciséis, diecisiete aliados» activamente involucrados. Rutte enfatizó la importancia de que los aliados traduzcan sus palabras en acciones concretas: «Los aliados a menudo dicen que la seguridad de Ucrania es sinónimo de la seguridad europea. Por tanto, es hora de que los aliados de la OTAN conviertan los palabras en hechos mediante inversiones en PURL. Todos los países de esta mesa, sin aprovechados», comentó, haciendo un llamamiento a la solidaridad y la responsabilidad compartida y sin ninguna mención explícita a España, señalada en los días recientes por el propio Trump.
Por su parte, Shmyhal, titular de Defensa ucraniano, expuso durante la reunión del grupo de contacto las prioridades de material militar para su país para los años 2025 y 2026. Entre estas prioridades, destacó la necesidad de entregas a través de PURL y, de manera crucial, la recepción de misiles de largo alcance, como los Tomahawk que posee Estados Unidos. «Necesitamos combinar nuestros drones de ataque profundo con los misiles de ataque profundo de nuestros socios, insto a esto. Pido este tipo de apoyo», declaró Shmyhal, subrayando la urgencia de armamento avanzado para contrarrestar la agresión rusa. Además, el ministro precisó que Ucrania estima que necesitará 120.000 millones de dólares para financiar su defensa hasta 2026, y que el propio país podrá asumir la mitad de esa cantidad, lo que demuestra un esfuerzo significativo de autofinanciación en medio de la guerra.
La mención de los misiles de largo alcance Tomahawk no es baladí; su posible entrega a Ucrania representa un punto de inflexión en el conflicto. Los Tomahawk son misiles de crucero subsónicos, de largo alcance y para todo tipo de clima, lanzados desde buques o submarinos, capaces de alcanzar objetivos terrestres con gran precisión a distancias de hasta 2.500 kilómetros, dependiendo de la versión. Su incorporación al arsenal ucraniano permitiría a Kiev golpear objetivos estratégicos en territorio ruso o en zonas ocupadas mucho más allá de las líneas del frente actuales, incluyendo bases aéreas, centros de mando y depósitos de suministros. Esto podría alterar drásticamente la dinámica de la guerra, forzando a Rusia a reevaluar sus estrategias defensivas y logísticas.
La discusión sobre su envío refleja una disposición creciente por parte de algunos aliados a proporcionar armamento más sofisticado y con mayor capacidad ofensiva, lo que podría ser interpretado por Moscú como una escalada directa en el apoyo occidental a Ucrania. La afirmación de que la guerra en Ucrania terminará «bajo la responsabilidad» de Donald Trump abre un abanico de especulaciones sobre la futura política exterior estadounidense. Esta frase podría interpretarse de varias maneras: desde una negociación forzada que implique concesiones territoriales por parte de Ucrania, hasta una intensificación del apoyo militar que lleve a una victoria ucraniana más rápida, o incluso una mediación que busque un alto el fuego y un acuerdo de paz. La referencia de Hegseth a la capacidad de Trump para «forjar la paz» en situaciones complejas como Gaza y Oriente Medio sugiere un enfoque pragmático y, posiblemente, no convencional. Para Ucrania, esto podría significar una presión considerable para aceptar términos que quizás no sean los ideales, pero que pongan fin al derramamiento de sangre. Para Rusia, podría representar una oportunidad para negociar desde una posición de fuerza, o, por el contrario, enfrentarse a una escalada de costes si no accede a un acuerdo. La incertidumbre sobre la naturaleza exacta de esta «responsabilidad» mantiene en vilo a la comunidad internacional y a los actores del conflicto.
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Enlace de origen : Rusia recrudece su asedio aéreo sobre Ucrania con otro encuentro Trump-Zelenski a la vista