Sintonizar la radio

De nuevo vuelvo con un tema tan antiguo y a su vez tan moderno. Crecí con un Phillips sin muchas dificultades, una vez conectado en la red eléctrica, se encendía una lucecita y por medio de un botón (al cual no sé cómo llamarlo), diría una especie de púa que recorría sobre los nombres de estaciones o emisoras. Así se iban escuchando voces de distinta habla, españoles, ingleses, franceses, entre otras que no sabría identificar.

En invierno llegada la noche de cualquier día de la semana, se acostumbraba a sintonizar la radio, con un toque de atención de hacerlo en voz baja, tal como mi padre lo recomendaba. La emisora Pirenaica en ocasiones era difícil de sintonizar, las noticias entre familias de los que allí habían recibido refugio con sus seres queridos residentes en España, era la única manera de saber unos de otros. Mi padre solía escucharlas mientras fumaba un cigarrillo de pota a no ser que algún conocido lo hubiese puesto en contacto con algún contrabandista proporcionándole sus puros preferidos, los pestilentes «caliqueños», bueno, también la pota lo era.

Es posible que me repita porque ya hablé en varias ocasiones de la Época Dorada y de mi delirio de llegar a ser algún día como Lola Flores, Carmen Sevilla u otra actriz del ramo, sus trajes, sus bailes y sus melenas me tenían entusiasmada, lo cual me acarreó algún problema. Gori al escuchar aquellos disparates de su niña,me repetía seriamente que quedaba totalmente prohibido que las imitara.

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De mocita, escuché otras melodías, Jorge Sepúlveda y su «Mirando al mar», Bonet de San Pedro, Machín con sus «Angelitos negros» y un sinfín difícil de recordar. Llegaron los quince años del Dúo Dinámico, Marisol, etc y los famosos modernos que ahora no recuerdo. Los programas de Radio Nacional de España, Radio Miramar, la Voz de Cataluña y los mensajes de doña Montserrat  Fortuny y sus consejos siempre tan útiles, para el hogar, para la familia, incluso para obsequiar al prometido, o a la suegra.

Los tiempos cambian. Hoy con tanta modernidad cuando la mayoría se cree haber descubierto el mundo, se siguen necesitando programas de radio, es un placer y grato encuentro sintonizar en directo Radio María, una emisora moderna escuchándose desde cualquier lugar, dial directo móvil, en vivo y otras modalidades, sin olvidar el rezo del santo Rosario, tan necesario para el espíritu.

Me despido con cierta satisfacción al enterarme de la cantidad de radio escuchas en la isla entera de Radio María.

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